
El mensaje presidencial por Fiestas Patrias volvió a poner en primer plano al turismo como motor de la economía. La jefa de Estado aseguró que este sector ya ocupa el tercer lugar en generación de divisas, superado únicamente por la minería y la agricultura.
Dina Boluarte presentó cifras y proyecciones más que optimistas, como alcanzar los US$ 11,800 millones en divisas generadas por turismo receptivo e interno este año. Sin embargo, lo esencial quedó fuera del discurso: la conectividad aérea, requisito esencial en la diversificación de la oferta turística.
En un país con una geografía accidentada y regiones distantes entre sí, contar con vuelos eficientes no es opcional. Es una necesidad urgente. No puede hablarse de descentralizar el turismo si prácticamente toda la llegada internacional depende del aeropuerto de Lima. Salvo excepciones contadas como Cusco o Chiclayo, no hay rutas directas desde el extranjero a otras regiones. El resto del Perú queda aislado de los flujos turísticos internacionales.
Se resaltó la apertura del nuevo terminal del Jorge Chávez, con una capacidad estimada de más de 30 millones de pasajeros. Pero más que distribuir el turismo, esta infraestructura corre el riesgo de seguir concentrándolo. En lugar de facilitar el acceso directo a otros destinos, perpetúa el esquema que obliga a los viajeros a pasar por Lima para ir a cualquier otro punto del país.
Lo anunciado en cuanto a infraestructura aérea en regiones se limitó a rehabilitaciones, ampliaciones perimétricas o reinicio de operaciones. Es el caso de Pucallpa, Piura, Pisco, Iquitos, Jaén, entre otros. Mejoras importantes, sí, pero que no cambian el panorama si no vienen acompañadas de rutas efectivas y frecuencias regulares. Ninguna de estas intervenciones garantiza un salto real en conectividad.
En más de 4 horas de discurso, Boluarte tampoco habló de negociaciones con aerolíneas, ni de medidas para atraer vuelos internacionales hacia regiones que lo demandan hace años. Ni siquiera mencionó a Turkish Airlines, con quien, supuestamente, el gobierno viene dialogando para finiquitar una ruta directa entre Perú y Turquía.
Mientras tanto, se anunciaron rutas gastronómicas, propuestas religiosas y programas para emprendedores del sector. Iniciativas que pueden tener impacto, pero que difícilmente prosperarán sin acceso directo y fluido.
Si se aspira a que el Perú compita como destino turístico de nivel internacional, el primer paso debe ser abrir el cielo a más regiones. Sin vuelos directos, sin infraestructura estratégica y sin una política aérea coherente, hablar de diversificación turística seguirá siendo, lamentablemente, solo eso: palabras.
Saludos,

Juan Carlos Castro
Director de Turiweb
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