La gestión turística de la ciudadela inca de Machu Picchu está en el ojo de la tormenta. Los gremios empresariales de Cusco han exigido que se declare en emergencia en vista de la crisis que existe por la desorganización en los accesos y la caótica venta de boletos presenciales.
Al respecto, el presidente de la Cámara de Comercio de Cusco, Fernando Santoyo, denunció poca transparencia en la venta de boletos de ingreso a Machu Picchu, lo que genera que cerca de 3,000 entradas se pierdan cada semana, lo que equivale a una pérdida anual estimada de S/ 25 millones.
“Solo se vende, en promedio anual, el 55% de los boletos a Machu Picchu. El resto se pierde porque, muchas veces en la boletería se les dice a los turistas que ‘no hay boletos’, lo que obliga al turista a quedarse una o dos noches en Aguas Calientes y asumir sobrecostos”, señaló.
Además, indicó que las entradas online son acaparadas por agencias que buscan revender tickets y que al no conseguirlo, las devuelven, generando una falsa percepción de agotamiento. “Se crea artificialmente una escasez de boletos. Al final, el Estado pierde”, manifestó a El Comercio.
El líder empresarial recordó que en 2019 (año prepandemia) no había colas para adquirir boletos para ingresar a Machu Picchu. Existía un sistema centralizado que garantizaba disponibilidad, y se manejaban ingresos por horarios, lo que facilitaba la experiencia del visitante. “Teníamos un sistema ordenado, y el nivel de satisfacción era aceptable”, manifestó Santoyo a El Comercio.
En ese sentido, advirtió que el nivel de satisfacción del turista que visita Machu Picchu ha caído notablemente, lo que atribuye a decisiones inadecuadas por parte del Ministerio de Cultura en la gestión del sitio arqueológico.
Asimismo, señaló que solo se ha recuperado el 78 % del flujo turístico de 2019, con 17,000 empleos aún sin reactivarse, y advirtió que, sin medidas urgentes, la recuperación total se retrasaría hasta después de 2028, afectando especialmente a guías, artesanos y transportistas, con pérdidas adicionales de hasta S/ 100 millones en dos o tres años debido a la dependencia de la actividad turística en torno a Machu Picchu.
