El balneario de Máncora, uno de los destinos turísticos más emblemáticos del norte peruano, ha sufrido un impacto devastador debido al fuerte oleaje registrado en los últimos días.
Este fenómeno ha ocasionado la desaparición de su icónica playa de arena, que ahora luce cubierta por piedras y escombros, afectando gravemente la actividad turística y el entorno natural del lugar. Esta situación ha generado preocupación entre los pobladores, turistas y empresarios del sector turístico.
El oleaje anómalo, que comenzó el 28 de diciembre, erosionó gran parte de la costa, dejando a empresarios y turistas desconcertados. Las imágenes difundidas en medios y redes sociales muestran un paisaje completamente transformado, con severas afectaciones para las actividades comerciales que dependen de la afluencia de visitantes en plena temporada alta de Año Nuevo y el verano.
La situación ha generado preocupación entre los pobladores, quienes temen que eventos como este sean cada vez más frecuentes y comprometan el atractivo turístico de Máncora. “Donde antes había arena y turistas con carpas, ahora solo quedan piedras”, expresaron los residentes locales por el impacto del fenómeno en la economía local.
Este fenómeno, atribuido al impacto del cambio climático y a la falta de medidas preventivas, evidencia la vulnerabilidad de los ecosistemas costeros frente a condiciones extremas. En respuesta, las autoridades locales han solicitado el apoyo del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y del Ministerio del Ambiente para evaluar los daños y proponer acciones inmediatas que permitan la recuperación de la zona afectada.
Sin embargo, hasta el momento, no se han anunciado medidas concretas, lo que ha generado incertidumbre sobre el futuro de este balneario, clave para la economía de la región Piura. Pobladores y expertos coinciden en que se requieren estrategias sostenibles para proteger los recursos naturales y garantizar la continuidad del desarrollo turístico.
La desaparición temporal de la playa de Máncora es un recordatorio de la urgencia de actuar frente a los desafíos climáticos y de implementar políticas que mitiguen su impacto en los destinos turísticos más vulnerables del país.