El ex jefe del Parque Arqueológico de Machu Picchu, Fernando Astete, sostuvo que el cambio climático y la gestión del turismo masivo son los mayores retos a los que tendrá que enfrentarse el sitio arqueológico en los próximos años.
Astete opinó que, si bien se ha resuelto el problema de las aglomeraciones, con el nuevo sistema de ingreso horario escalonado a la ciudadela inca, “el turismo seguirá siendo un reto” porque “aún no se ha alcanzado el límite de visitantes”.
“Nos visitan todos los días una media de 4 mil personas en una llaqta (antiguo poblado andino) en la que vivían 400 y que estaba pensada, como máximo, para 1 mil 500”, explicó el antropólogo, que situó en 5,600 las visitas diarias máximas que puede soportar el parque.
Astete brindó estas declaraciones a la agencia EFE durante su participación en un congreso sobre la conservación de áreas arqueológicas realizado la semana pasada en Roma, Italia.
En 2018, pasaron por Machu Picchu 1 millón 492 mil 328 personas y la tasa de crecimiento del turismo en el santuario se estima en torno al 10% u 11%, mientras que en el total de Perú baja hasta el 4%.
El cambio climático supone un segundo desafío para la conservación de este enclave, que ve cómo algunas de sus rocas se oscurecen y cómo se deteriora el suelo.
“Muchas de las paredes de Machu Picchu se han oscurecido. Al subir la temperatura, la flora que estaba en un nivel geográfico más bajo también sube y se instala en las paredes, causando un biodeterioro”, comentó el especialista.
Por ahora han probado técnicas de blanquecimiento basadas en el uso de plantas locales, ya que “si las rocas se trataran con productos químicos el deterioro podría ser mayor”.
“Otro problema que tenemos es que llueve mucho y se deteriora el suelo en parte por los turistas que van en botas de montaña. Cada 15 días calculamos cuál es el nivel de degradación y traemos, en trenes, material para repararlo”, explicó. “Seguiremos explorando opciones”, agregó Astete.