En ceremonia realizada anoche en Palacio de Gobierno, el presidente de la República, Francisco Sagasti, tomó juramento a Alejandro Neyra Sánchez, quien ocupará el cargo de ministro de Cultura en el gabinete de Victoria Bermúdez Valdivia.
Neyra Sánchez asume el cargo por tercera ocasión, en esta ocasión reemplazando a Maricarmen de Reparaz. Anteriormente, estuvo al frente del sector Cultura desde el 9 de enero de 2018 hasta el 2 de abril de 2018 y desde el 30 de mayo de 2020 al 9 de noviembre de 2020.
Alejandro Neyra es escritor, abogado y diplomático. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2001) y Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú (1998).
Se graduó en la Maestría en Relaciones Internacionales de la Academia Diplomática del Perú y en la Maestría Ejecutiva en Servicio Internacional (MIS) de la American University en Washington (Estados Unidos).
Fue director de la Biblioteca Nacional del Perú (mayo 2017 – enero 2018), además ejerció el cargo de director del Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores (abril 2018 – julio 2019). Desde marzo del 2019 a mayo de 2020, desempeñó labores en el Ministerio de Relaciones Exteriores como jefe del Despacho Ministerial.
Su retorno al Ministerio de Cultura viene generando polémica en el sector por los cuestionamientos a su anterior gestión, durante el gobierno del depuesto ex presidente Martín Vizcarra, y las irregularidades denunciadas en los últimos meses.
NECESIDADES
En comunicación con Turiweb, especialistas del sector Cultura reiteraron las principales necesidades del rubro, que no fueron atendidas por el ministro Neyra:
- Se requiere una auditoria y reingeniería del Ministerio de Cultura (Mincul). Revisar las áreas que no están funcionando ni dando resultados pues no se ha visto un real trabajo cultural. Tampoco no se ve, de forma tangible, resultados en la promoción de las industrias culturales ni el patrimonio.
- Las contrataciones CAS y las órdenes de servicio del Mincul están completamente desprestigiadas, por las denuncias de corrupción. Los concursos suelen ser irregulares, prevalece el ‘amiguismo’ y no existe la meritocracia; prueba de ello son los casos Richard Swing y los premios Estímulos, ambos vienen siendo investigados por la Contraloría.
- En el caso de la ayuda Covid-19, otorgada por la gestión anterior, la Contraloría está investigando el mal manejo de los jurados que se auto-premiaron; por ejemplo, en la categoría Editoriales. No hay una respuesta clara sobre cómo fueron los criterios de selección.
- El Mincul no brinda ayuda real a los artistas, no permite brindar espacios para realizar actividades culturales a los artistas, salvo algunas actividades. El Museo de la Nación está abandonado.
- El centralismo del Mincul perjudica a las sedes descentralizadas. El patrimonio está abandonado en diversas regiones, no se brinda presupuesto y no se crean políticas ni acciones culturales concretas para su promoción como bien cultural y turístico.
- Las editoriales independientes están dejadas de lado, así como las industrias culturales. No se promueven alianzas con el sector privado para apoyar y financiar publicaciones, no hay políticas que generen mecenazgo ni subvenciones.
- No se utiliza la página web ni los canales de Youtube del Mincul, para dar a conocer la historia o la cultura a diferentes tipos de públicos. El conocimiento cultural no llega a las personas, pese a que hay medios para lograrlo.
- Se debería brindar los espacio vacíos del Mincul para que todos los artistas, gestores culturales e investigadores puedan realizar actividades, promover su trabajo y crear públicos. El Museo de la Nación debería ser la casa de todos los artistas, pero está abandonado.
- Promover proyectos de educación creativos como museos itinerantes, libros y videojuegos que promuevan los temas culturales, literarios y de patrimonio.
- Que los premios Estímulos puedan considerar también el apoyo a la investigación cultural y la historia del arte. No se promueve la investigación cultural.